De las tediosas reuniones del AMPA a los grupos de WhatsApp. De las notas garabateadas en una esquina del cuaderno y deslizadas de pupitre en pupitre, a escondidas de lo profesores, a los mensajes privados de Twitter. Difícil encontrar un resquicio de la sociedad, por estrecho que sea, en el que no hayan calado las redes sociales. Educación y crianza no son una excepción. Para lo bueno. Y para lo malo, por supuesto. Redes y apps ayudan a un mayor control de los niños en la misma medida en que dan pie a escenarios difíciles de imaginar hace años.
Via Gumersindo Fernández